Por Ana Gómez, Perfumista en Iberchem
Siempre he pensado que viajar amplia tus horizontes, te ayuda a conocer otras realidades muy diferentes de la tuya. Como perfumista me reafirmo aún más en el hecho de que viajar te enriquece, en lo profesional mucho, puedo dar fe.
Desde que comencé a trabajar en Iberchem como perfumista, he tenido la oportunidad de visitar lugares que tanto a nivel olfativo como para inspiración me han hecho crecer profesionalmente. Al enriquecimiento personal de salir, se une la posibilidad de comprender mejor a los clientes y las tendencias de los mercados. Sobre el terreno vas conociendo las fragancias y los aromas tradicionales que están arraigados en las distintas culturas. A partir de esas vivencias es más fácil desarrollar proyectos, porque tienes un conocimiento más cercano de los gustos y preferencias de determinados países o zonas geográficas.
A pesar de la formación constante de esta profesión y de hacer un seguimiento, casi diario, a las novedades y tendencias en perfumería de la mano del departamento de marketing, cuando viajas te sorprendes, porque la riqueza cultural de muchos países es enorme comparada con lo que crees saber. Es lo que me ocurrió en uno de mis primeros viajes de trabajo, el destino, Irán, me impactó profundamente, en parte por el desconocimiento que tenía de esa tierra. De ese maravilloso país me quedo con su hospitalidad y con la fragancia a azafrán que flota en el ambiente de cada zoco o de cada restaurante que visité. Tampoco me olvido de los maravillosos frutos secos y sus notas tostadas.
Otro de los destinos a los que he tenido la suerte de viajar de la mano de Iberchem es Pakistán. Cuando tengo que elaborar algún proyecto para este país es inevitable que vengan a mi mente o a mi olfato (que son la misma cosa -memoria olfativa-), la mezcla de olores de las teterías de los bazares. Son fragancias absolutamente inspiradoras, la mezcla de notas del té verde, negro o el del aroma inconfundible del té Chai.
El trabajo del perfumista, al final, es una mezcla de inspiración y ciencia. Mi formación universitaria es química, imprescindible para poder elaborar la base o estructura de la fragancia. Una vez hecha esta labor, llega la parte de la inspiración; cada vivencia, cada olor que atesora la memoria, sale a relucir aquí. Todas mis experiencias en los viajes están almacenadas en mi memoria olfativa y a la hora de buscar inspiración es de ahí de donde bebo.
Cuando tengo que crear un perfume que tenga notas de cuero o especias, mi mente se va directamente al gran bazar de Estambul, viaja por aquel laberinto de pasillos infinitos y estrechos atestados de pañuelos, comida y abalorios… Y entre toda aquella maravillosa mezcla visual de colores y de aromas, sobresalen por encima de todo el olor del cuero de los productos de marroquinería hechos a mano y los olores de los puestos de especias… el clavo, la canela, la pimienta o el orégano…
Un ejemplo muy claro de la utilidad de estos viajes me ocurrió cuando tuve que crear un perfume inspirado en el personaje de Harry Potter, que se presentó en la Beauty World 2019. Nada más llegar a mis manos el proyecto, mi mente se trasladó a la estación de King’s Cross de Londres, y vinieron a mi memoria mezclados todos los sonidos y olores ahumados que se mezclan en esa preciosa estación. Gracias a ello concebimos un original perfume que te traslada a ese anden 9 y ¾ que por suerte había visitado, por última vez, dos años antes.
Por eso, las experiencias de todos y cada uno de los viajes me enriquecen, desde el lujo de un centro comercial en Dubái al de las tiendas con madera de oud de Arabia Saudí, todos me ayudan en mi día a día como perfumista.
No puedo esperar a saber a qué huele Egipto sobre el terreno, es mi siguiente destino.