Asimismo, aún vemos esta división de género identificada con colores, por ejemplo: en el casode los hombres vemos tonos azulados, grises y negros. En cambio, para las mujeres siempre se decantan por tonos rosados y fucsias. Las fragancias masculinas se definen como potentes y fuertes, y por otro lado las femeninas deben ser delicadas y suaves. Lo vemos representado de forma semejante en los anuncios publicitarios (aunque cada vez menos): el varón poderoso que seduce a todas las mujeres gracias a su intenso perfume; en cambio, en el otro caso, se idealizan las formas femeninas de forma susceptible.
Nos remontamos a la época de los 90 donde la distinción empieza a ser borrosa: se lanza CK One de Calvin Klein en 1994 y se considera el primer perfume unisex de la perfumería moderna. Su composición olfativa tiene notas de salida cítricas y verdes que se combinan con notas amaderadas y almizcladas; añadiendo un acorde de té verde muy característico. Esta estructura crea una esencia limpia y fresca sin definición de género. Teniendo en cuenta también la botella, el frasco es blanco y opaco, por lo que no se asocia visualmente a ningún grupo. Su posicionamiento en el mercado ayudó al crecimiento e entendimiento del concepto unisex en la industria.
A partir del 2015, el término unisex se recupera de los años 90 y se desarrolla en la industria de forma que muchas marcas empiezan a utilizarlo en sus nuevos lanzamientos. Además, con el regreso de las fragancias unisex también generan tendencia las antiguas aguas de colonia; dos elementos muy conectados. Las aguas de colonia son composiciones que se caracterizan por sus notas cítricas, de flor de naranjo y de neroli; y que por lo tanto, se reconocen entre los consumidores como más frescas y del día a día. Fueron una tendencia del pasado que se está trasladando a día de hoy en formatos unisex. Actualmente, para muchas marcas es un básico tener su propia colección de aguas de colonia. Un claro ejemplo es Jo Malone, ya que su colección insignia va dirigida generalmente a todo tipo de consumidores y son aguas de colonia creadas por dúos de ingredientes.
Por otra parte, cabe decir que los perfumes no son concebidos de la misma forma en todo el mundo. En Europa los perfumes femeninos son generalmente florales u orientales; mientras que en los países latinoamericanos vamos a encontrar notas más frutales y exóticas. Este aspecto nos señala que la división de género en la perfumería no es la misma alrededor del mundo; sino que va a depender de la cultura, religión, gustos y otros factores que son propios de cada país.
Tampoco tenemos en cuenta los distintos tipos de consumidor con los que nos podemos hallar determinados por aspectos como el carácter, la edad, la ideología… Es cierto que en el último año ha surgido un nuevo consumidor que impulsa la creación de fragancias unisex. Se define como un consumidor activista que expresa de forma necesaria sus ideas e opiniones en sociedad con el objetivo de conseguir un futuro mejor. La búsqueda de un mundo sostenible e igualitario y de consumo consciente y colaborativo. Se suele relacionar este consumidor con grupos jóvenes como la generación Z o los millennials; quiénes también buscan la personalización del perfume. Es decir, este tipo de consumidor busca una esencia que sea exclusiva e identificativa para ellos. Este hecho supone que las preferencias del consumidor sean más inciertas. Aún así, también es verdad que otras generaciones anteriores tienen inculcada esta división olfativa entre el género masculino y femenino. Entonces nos encontramos con que no toda la sociedad percibe de la misma manera la no distinción de géneros en los perfumes.
Por todas estas razones, aún debemos dar muchos pasos para poder llegar a decir que existen de forma unificada los perfumes sin género. Vemos que al largo de los años se han lanzado fragancias dentro de este concepto y que son representativos dentro del mercado, pero no una totalidad. No es una definición única y exclusivamente marketiniana, sino que influyen otras causas como la localización del comprador, el aspecto visual del perfume y su promoción, el comportamiento del consumidor… Y sobre todo, las preferencias personales de cada uno de nosotros; un aspecto muy difícil (sino imposible) de uniformar.