La simbiosis perfecta entre moda y perfume no surgió como pareja indisoluble hasta principios del siglo XX, cuando los grandes creadores de la Alta Costura como Poiret, Chanel, Dior, Givenchy… alumbraron los primeros perfumes imagen de su moda.
El primer encuentro fortuito entre moda y perfume data de la época de Catalina de Medici y sus guantes perfumados y da origen al nacimiento de Grasse como centro principal de producción de esencias. Los guantes se perfumaban para enmascarar el mal olor del curtido, actividad principal de la villa en esa época, no para asociar un aroma a un diseño. El esplendor de Versalles con el reinado de Luis XIV se refleja tanto en la opulencia y el lujo de la vestimenta como en el uso de esencias de aroma intenso y envolvente, sinónimo de exceso olfativo. Posteriormente, la época romántica supone un giro cultural y social, la mujer será más recatada y virtuosa, la moda cierra escotes y minimaliza los adornos y el perfume se vuelve más ligero y natural. Desde mediados del siglo XIX la perfumería se convierte en una industria propiamente francesa. No solo influyen factores como el desarrollo industrial, que impulsa la perfumería, y la gran riqueza de su territorio en materias primas florales, también y de forma decisiva, factores sociológicos: el mayor refinamiento de la mujer francesa. “El lujo es el signo de desarrollo de una sociedad más evolucionada…”
Siglo tras siglo, Costura y Perfumes han recorrido un camino convergente destinado a encontrarse. Este momento viene marcado por uno de los grandes hitos en la historia reciente, el desarrollo de la perfumería moderna con el descubrimiento de los aromas de síntesis a finales del XIX y al el inicio imparable de la gran revolución industrial.
La Belle Époque, una nueva era olfativa
El sector de la perfumería, todavía exclusivo en los inicios del siglo XX, está en auge. Un nuevo movimiento sociocultural, La Belle Époque, impulsa la moda francesa, la gente se entusiasma por el "Art Nouveau" y el Perfume se convierte en un artículo de lujo. Finalizada la I Guerra Mundial, los modistos franceses fascinados por el éxito de los grandes perfumistas (Guerlain, Coty, Beaux…), se unen al sector de la perfumería para trasladar la imagen de sus diseños a creaciones olfativas innovadoras, consolidándose la alianza, actualmente inseparable, entre la Alta Costura y la Perfumería.
La casa Worth, fundada en 1858 por el modisto británico Charles F. Worth, es la primera en asociar un perfume con su marca. Worth, que debió gran parte de su fama a dos emperatrices de la época: Isabel de Baviera y Eugenia de Montijo, es considerado el padre de la alta costura, pionero en presentar una nueva colección por año y firmar sus diseños con su nombre.
En 1911 un joven y visionario Paul Poiret crea su propia línea de perfumes y cosméticos “Rosine”. Hijo de un comerciante de telas de origen humilde, Poiret contribuye con sus diseños a liberar a la mujer, creando una nueva estética que marcaría el siglo XX. Seducido por la cultura oriental, Poiret organiza una fiesta persa en su casa emulando los fastos de la mil y una noches. Sus diseños, la decoración, la cocina, todo se funde en una celebración propia de un palacio árabe. Haciendo honor a su atracción por los aires orientales lanza L`etranger Fleur, Maharadjah y Au Fond de la Mer. A pesar de su capacidad visionaria y ser el primer modisto europeo en comerciar con EE.UU, la industrialización, lejos de impulsar su marca, supone el inicio de su declive, al confesarse fiel a la ornamentación y a la producción artesanal.
Jeanne Lanvin crea en 1889 su propia casa de Costura gracias al éxito de los diseños que confeccionaba para su hija. Un estilo visionario y muy moderno para la época que atrae la atención de damas de la clase alta que pronto requieren sus servicios como modista: líneas puras, fluidas, hechas para adaptarse al cuerpo de la mujer y desvelar una elegancia atemporal. En los años 20 diversifica su marca con lencería, accesorios, moda masculina, y lanza su primer perfume Arpège, una “oda” a la femineidad, una melodía de amor entre madre e hija.
En 1921, nace un perfume mito de la mano de la Alta Costura. Gabrielle Chanel reina en la moda parisina. Sombreros, vestidos y ropa fácil de llevar, consiguen imponer en el mundo un singular concepto de elegancia: libertad, sencillez, confort. Un estilo que da luz a “una mujer que no se parece a nadie” y cuyo perfume no se parecerá tampoco a ninguno. Durante un verano en Montecarlo, en compañía del Gran Duque Dimitri de Rusia, el pintor español José Maria Sert y su mujer Misia, surge la idea: Chanel lanzará un perfume, un proyecto marcado desde su origen por el sello cosmopolita de un príncipe ruso, una musa polaca y un pintor español alrededor de Gabrielle, muy francesa, con su gusto por el rigor clásico y su pasión por los oros barrocos. Ernest Beaux, antiguo perfumista de la Corte del Zar, recibe el encargo de Coco Chanel para crear un perfume diferente bajo una curiosa directriz: “que huela como huele una mujer, no cómo una flor...” Así nace Chanel Nº 5, una impresionante creación, y aunque la composición exacta es un secreto celosamente guardado, se sabe que el mítico perfume contiene, como nota de salida dominante, un aldehído. Su aroma, empolvado y con nota floral, marcó una tendencia olfativa completamente innovadora, abriendo una nueva era en el mundo de la perfumería. Bien por ser la 5ª muestra propuesta por Ernest Beaux o porque ella decidiera proteger su preciado perfume con su número de la suerte (secretamente relacionado con Leo, su signo astrológico), el nombre dado al perfume, junto a la simplicidad de su diseño, ha cruzado fronteras acompañando la intemporalidad de este gran clásico.
Hollywood y el final de la Segunda Guerra Mundial
La década de los 30 supone un período de gran depresión, marcado por una profunda crisis social y el estallido de la segunda guerra mundial que frena temporalmente el desarrollo de la industria de la moda y el perfume. Hollywood está en su cumbre, los estudios de cine hacen triunfar el "Star System". Terminada la guerra, Christian Dior lanza el “New Look” que inicia los nuevos tiempos. Dior nace como la única marca que une desde su origen perfume y costura. Cuando el modisto concibe su primera colección en 1946, tiene la genial idea de pedir a un perfumista que cree para él una fragancia que “huela a amor y que, al levantar el tapón, evoque la sensación de ver salir sus vestidos directamente del frasco”. El 12 de febrero 1947 Christian Dior presenta en París su primera colección de Alta Costura y con ella, su primera fragancia. Diseña para la ocasión 283 ánforas de cristal de Baccarat numeradas, presentadas en un estuche de lujo, que regala a todos los invitados al desfile. El personal tiene la orden de vaporizar, abundantemente y con frecuencia, los salones de la Avenue Montaigne para que el aroma llegue a cada rincón del palacete que el costurero ha elegido para instalar su maison. Ante la euforia y aceptación del público, Christian Dior decide comercializarla. Es el nacimiento de un gran icono, Miss Dior.
Los años 50 y el “Prêt a Porter” En la década de los cincuenta se produce la gran revolución en la moda a nivel internacional. La Alta Costura, sin llegar a desaparecer, es poco a poco desplazada por el prêt-à-porter. Se inicia un periodo de democratización de gran repercusión desde el punto de vista social y de la mano de la costura, el perfume también se democratiza, empezando a ser accesible para el gran público.
En 1953 Audrey Hepburn y Hubert de Givenchy se conocen en el atelier del modisto en Paris. Fascinado por la elegancia y sencillez de la actriz, Givenchy descubre en ella la perfecta encarnación de su ideal de feminidad, convirtiéndola en su musa. En 1957, en el nº 3 de Avenue George V abre un departamento de perfumes dentro de su boutique con la ayuda de su hermano y crea su primer perfume para uso exclusivo de la bellísima actriz, embajadora de la marca en Estados Unidos. Cuando Givenchy decide comercializarlo, recibe una escueta nota de la actriz: “Mais c’est Interdit”, comentario que dio lugar al nombre del perfume. Es la primera vez que Perfume y Costura se unen en un nuevo concepto de publicidad inspirado en una imagen mediática. Givenchy fue precursor igualmente en el lanzamiento de las primeras fragancias masculinas a partir de los años 50, cuando los hombres apenas empezaban a descubrir el perfume e impuso su estilo: pura elegancia aristocrática.
En la década de los 60, nace el “fenómeno” Courrèges, marca pionera en realizar el recorrido inverso, llevar las tendencias de la calle a la Alta Costura, un verdadero arte a la hora de reflejar los cambios y las evoluciones de la época en sus diseños, atrevido y futurista: la era espacial, la conquista del universo, y la liberación de la mujer están presentes en botas, maxi-gafas de sol y vestidos muy cortos. En 1972, el espíritu Courrèges llega al mundo de la perfumería con el lanzamiento de su primera fragancia, “Empreinte”, huella imborrable de Courrèges, con la que convierte la marca en una importante firma de perfumes. Como color, idealiza el blanco, símbolo de pureza intemporal y perfección inmaculada, que traslada a sus creaciones olfativas con la creación de Blanc de Courrèges. “El fin es perfumar a la actual mujer Courrèges, resaltando su aura, como lo haría un vestido de Courrèges con su figura”.
La “huella” olfativa de las marcas de costura
El siglo XX ha sido testigo, los creadores de la moda una vez subidos en el pódium de la pasarela y conocedores de la relevancia que supone la imagen personal, han añadido la ilusión olfativa e inmaterial a su imagen, apadrinando perfumes que sirven de embajadores de distinción y lujo. Toda fragancia que lleva el sello de la firma, encierra una filosofía de estilo con unos valores de marca inspirados en elementos fundamentales de la moda, que se replican con maestría como pauta en la creación de nuevos perfumes, convirtiéndolos en auténticas obras de arte.
Del mismo modo que las casas de Costura tienen su diseñador propio, las más exclusivas y de trayectoria importante en la perfumería, tienen su Nariz propio; es el caso de François Demachy, Perfumista de Dior y de Jacques Polge, perfumista de Chanel (su hijo Olivier toma el relevo), un lujo que permite crear fragancias con alto valor creativo y sello propio, al igual que sucede con la moda. El uso de flores naturales y de muy alta calidad es el sello inconfundible de las fragancias Dior. Algunos productores de materias primas dedican el 100% de su cosecha a la marca, este es el caso de Carole Biancalana y Armelle Janody de Grasse, especialistas en la rosa Centifolia y el jazmín Grandiflorum. Mademoiselle Chanel innovaba porque buscaba la perfección, la seducción, y el placer de llevar el perfume; Ser un gran perfumista es controlar todos los aspectos de la “métier”…Y esta exigencia se manifiesta también en la selección de las materias primas, lo que conduce a Chanel a promover el cultivo de ciertas plantas para su uso exclusivo. Los perfumes son cada uno testimonio poético de los lugares legendarios de Gabrielle Chanel, los textiles que apreciaba, sus recuerdos y las personas que marcaron su vida. Los valores de la marca se trasladan a cada una de las creaciones olfativas en perfecto estado de equilibrio: Feminidad y seducción, libertad y audacia, modernidad y lujo, creatividad y originalidad, cualidad y perennidad.
El almizcle egipcio es la fuente de inspiración y símbolo de sensualidad que acompaña a la firma olfativa de Narciso Rodriguez desde el inicio de su trayectoria profesional y forma parte de su identidad afectiva e íntima. Gracias a su firma olfativa las fragancias de Narciso Rodriguez evocan los fundamentos de la feminidad absoluta, la sencillez y lo esencial.
Para Eliee Saab “la luz” es una gran inspiración y la materia del diseñador. La luz ofrece todas sus intensidades a la colección “Le Parfum”. El diseño del frasco, silueta evocadora de los juegos de luz y la pureza del material, reflejan las obras de alta costura de Elie Saab. Los materiales suntuosos, un savoir-faire y un resplandor mágico llevado al perfume, simbolizan la feminidad radiante, el romanticismo contemporáneo y la dualidad del couturier entre “la luz de Oriente y la modernidad de Occidente”.
La mujer Alaïa es una mujer activa, moderna, femenina, exultante, segura de sí misma, una mujer suprema. La estética de Alaïa es un manifiesto que se encuentra en sus fragancias, tanto a nivel olfativo como en el diseño del frasco (obra del diseñador Martin Szekely, creado como un objeto fetiche destinado a la mujer). Sus cueros recortados con láser con el característico perforado Alaïa (motivo emblemático que primero apareció en el corsé de cuero de los años ochenta) inspiran a los frascos de vidrio de sus fragancias. Así mismo el tapón es un homenaje al trabajo de Alaïa-artesano, una bobina de hilo de oro evanescente que parece levantar vuelo.
Los perfumes Dolce & Gabbana nacen de los códigos más arraigados de su moda; Dorado (en brocados y en joyería) dan cuerpo a la familia The One. El terciopelo, tejido de lujo por definición del Prêt-à-porter, envuelve los clásicos (Pour Homme & Pour Femme) y el azul como luminoso frescor del mar y cielo mediterráneos que bañan Italia, dan forma a la familia Light Blue. Cada pieza de moda o perfumería respira los mismos valores: Italia, como fuente de inspiración originaria, mezcla de culturas, religiones y llave del ADN de Dolce & Gabbana. La familia nexo de unión y de poder, el amor y la alegría de vivir como filosofía de vida y telón de fondo en cada historia.
La admiración por la mujer y su pasión por la vida, es entendida en todas las creaciones de Roberto Verino como “vitalidad, compromiso, intensidad e inconformismo”, valores representados en cada fragancia como una prolongación natural de su mundo creativo. Las fragancias RV PURE juegan con la atracción de los polos opuestos, el atractivo de los antagónicos, la fuerza y la delicadeza, la calma y la pasión, señas distintivas de las colecciones de Roberto Verino.
Issey Miyake marca su propia identidad, buscando lo esencial y se concentra en revelar emociones. El lujo es esencial, el producto como protagonista y la naturaleza como inspiración. Una firma distintiva basada en el aroma, con la naturaleza como elemento primordial y frascos de líneas depuradas, talladas por la propia naturaleza.
Kenzo extrae del color y los elementos naturales su principal vía de inspiración, entendiendo la naturaleza como fuente de energía en nuestras vidas urbanas. La amapola, una flor sin olor, el bambú, el pájaro, la mariposa o el agua... Todos estos elementos han sido el inicio de sus innovadoras creaciones.
Simplicidad, sutileza y elegancia atemporal se recrean en los perfumes de Angel Schlesser, manteniendo el equilibrio entre la pureza de líneas, la naturalidad y la sofisticación que reflejan sus colecciones. Creaciones serenas, sobrias y actuales, hechas para seducir con un encanto tranquilo, reflejado igualmente en el concepto arquitectónico de sus frascos. Su fuente de inspiración es la vida cotidiana, los viajes, tratando siempre de rescatar de cualquier vivencia un aroma asociado.
El vanguardismo, el arte, la cultura y la vida actual se presenta con la trilogía que recorre las venas de Zadig & Voltaire, simbolizado en “ARTE & ROCK & PARIS”: Amor es París, Arte es verdad, Rock es Vida. Un estilo inspirado en las calles de Paris y en el héroe de VOLTAIRE, ZADIG. El estilo “chic sin esfuerzo” que representa el nuevo “lujo accesible” que viste todos los días las calles de París.
El perfume, una “prenda” indispensable
Sincronizar moda y perfumes, dos mundos paralelos y a la vez tan diferentes en lo que representa su proceso productivo, no resulta siempre evidente. Para el diseñador Narciso Rodriguez “el perfume es tan parte de mí y de mi trabajo, como lo son las prendas que creo o los escarpines que esculpo. Tanto la fragancia como la moda contribuyen significativamente a la forma en que se percibe a la mujer. Es lógico que ambas colecciones se conciban desde la misma estética, desde el mismo proceso creativo.”
Según los creadores de Dolce & Gabanna, los perfumes nacen de los códigos más arraigados de su moda, sin embargo, superan las imposiciones de las colecciones estacionales para convertirse en productos intemporales.
Para Kenzo, la inspiración, el packaging primario, siguen las tendencias de la moda, sin embargo el jugo/sello olfativo se rige por las tendencias del sector belleza. La creación de un perfume suele suponer entre 1 año y 2 de trabajo en laboratorio, con tiempos de producción más largos que los de una colección de moda.
Como nos manifiesta el diseñador Angel Schlesser, los lanzamientos de sus fragancias no siguen los dictados de las colecciones de moda, ni por temporalidad, ni por estilo, aunque sí respiran siempre personalidad y sus valores de marca dentro de las tendencias olfativas del momento (pionero en desarrollar una colección específica Middle East). Para Schlesser el perfume es algo indispensable, una “prenda” más que refleja su idea estética en forma de frasco y aroma, su implicación en el proceso creativo es total: “cuando tienes un criterio estético lo puedes aplicar a muy diferentes disciplinas y el perfume me parece una forma de completar la imagen de marca. Una vez que creas ropa, la mejor forma de vestir a una mujer, es darle un buen perfume”.
EQUIPO CATAPERFUMES
Raquel Navarro es bióloga y Máster en Perfumería y Cosmética y María Vélez es farmacéutica y Máster en Coaching. Con gran experiencia en firmas de alta perfumería en formación y marketing, nos descubren con los aromas y el poder del olfato un universo emocional e inolvidable, creando experiencias sensoriales a medida.
Crédito imagen: Azzedine Alaia et Elle McPherson par Gilles Bensimon en 1986