Oliver Valverde siempre se sintió atraído por el mundo del instrumental de laboratorio y por el de la aromaterapia: aceites esenciales, incienso, velas… aunque estudió paRA SER Técnico de Sonido y trabajó en tiendas de Sonido & Alta Fidelidad y de Decoración -INCLUSO su pasión por la música lo llevó a ejercer como DJ varios años- Oliver Valverde quería ganarse la vida con sus propias manos y comenzó a elaborar velas de forma artesanal en su casa.
Actualmente, ya ha dado el salto al mundo de las fragancias y exporta sus creaciones a Europa y Estados Unidos. Le entrevistamos con motivo de la presentación de dos nuevos perfumes en Les Topettes, en Barcelona.¿Cómo comienza su “historia de amor” con este mundo?
Empecé a elaborar velas en la cocina de mi casa en 2009, de forma muy artesanal. Pero este tipo de producto tiene un límite, como perfume para el hogar, y decidí lanzarme también a la creación de fragancias personales, un mundo muy diferente al que conocía, con materias primas muy diversas que no son las mismas con las que trabajaba las velas. He tenido que aprender mucho.
Empezó con velas y luego siguió con perfumes. ¿Por qué?
La vela tiene un límite. Y una vez empiezas a crear perfume corporal te das cuenta que en perfumería tienes mucha más libertad a la hora de escoger materias primas que en velas no puedes usar.
Explíquenos cómo se desarrolla su proceso creativo.
Mi manera de trabajar es muy artesanal, no es perfumería técnica. Se trata de crear de forma muy experimental y abstracta. Sigo mucho mi intuición y los mensajes que me envían mis sentidos. Cuando preparo un perfume no tengo en mente qué quiero crear sino que me dejo llevar; nunca trabajo con una idea preconcebida. Me gusta experimentar con materias primas, emociones, colores.
Al principio sus creaciones eran ediciones limitadas, pero su éxito las ha convertido en permanentes…
Efectivamente. La marca se ha asentado por sí sola. La primera colección limitada fue para testear el mercado. Compré un stock de materia prima de difícil acceso y me lancé, pero como algo efímero. Se vendió muy bien, así que adquirí más ingredientes para desarrollar un catálogo básico. Esto también ha llevado a un cambio de packaging.
¿En cuántas perfumerías se encuentra actualmente?
Aquí en España, se encuentra en Les Topettes y The Cosmeticoh! (Barcelona), y en Le Secret du Marais y Ekseption (Madrid). Fuera, estamos en Suiza, Francia, Rumanía (Bucarest) y Estados Unidos (Los Ángeles).
Así que ya exporta por Europa e incluso a Estados Unidos.
La primera colección la hice a pequeña escala, para venderla en España. Para el primer pedido en el extranjero me contactó Lucky Scent, muy reconocida a nivel mundial. Posteriormente, otras tiendas se percataron que era una marca que ya se encontraba en el circuito de autor, y así comenzó su expansión.
¿Podríamos inscribir sus creaciones bajo el epítome de “perfume nicho”?
No me gusta demasiado el concepto de “nicho” porque hay gente que ni lo conoce, prefiero hablar de perfumería de autor o artesanal. Y en mi caso es también experimental. Además, las marcas nicho al cabo de un tiempo se empiezan a desvirtuar y acaban desarrollándose como producciones industriales, a pesar de que se siguen vendiendo como nicho. En mi caso, si realmente digo que mi producto está hecho a mano es porque realmente lo está, lejos de cualquier discurso de marketing.
¿Falta cultura del perfume en España?
Muchísima. No solamente del perfume, sino de lo que es su proceso creativo. Creo que tiene que ver con que el olfato es el sentido más potente, pero está ahí, simplemente respiras, sin esforzarte. En general, la gente no educa el olfato. En cambio, están más acostumbrados a trabajar la vista, contemplando obras de arte, el oído con la música, el paladar con la comida, etc. El olfato es un sentido un poco olvidado.
¿Internet ha ayudado a la perfumería de autor?
Por supuesto. En mi caso, fue mi perfil en Facebook, muy útil si quieres estar en tiendas exclusivas, que es dónde interesa mi tipo de producto. En España sólo hay 10 o 15 tiendas de este tipo. Las posibilidades con Internet, para mí, son muchas; por ejemplo, el pedido que me llegó de Estados Unidos no hubiera sido posible sin estar en la red. Si se sabe usar, Internet es una herramienta muy potente para dar a conocer tu trabajo.
Háblenos de sus nuevos perfumes: Resina y Vetiverus.
Ambas son ediciones permanentes en el catálogo básico como M.O.U.S.S.E. II y La Colonia; M.O.U.S.S.E. es una reedición.
Vetiverus es una reformulación de otro perfume anterior. Quise plantearlo de otra manera para hacer más unidades y que fuera un poco más asequible.
Resina es un perfume que empecé a desarrollar hace bastante tiempo. Era un capricho: quería crear un perfume que tuviese resinas y especies. Son ingredientes muy complicados de trabajar, por eso dejé aparcada la fórmula y luego la retomé, quitándole muchas especies que no funcionaban y utilicé resinas. Me apetecía esa cualidad densa del perfume. Añadí, también, flores.
¿Qué nos puede explicar sobre su packaging?
Utilizo el mismo frasco, pero un poco más ancho y con un material diferente. En vez de etiqueta tiene una serigrafía pintada y para la caja he contado con la colaboración de Pablo Pérez, un artista de Madrid. Quería que la gente que compra el perfume se llevara algo más.
¿Cuáles son sus proyectos de futuro? ¿Alguna nueva fragancia en perspectiva?
Voy lanzar un perfume con una forma de crear que no he experimentado nunca: quiero elaborar un olor a partir de las imágenes del cosmos. Con cada color quiero utilizar una materia prima que se le pueda asociar: con los rojos, rosas; con los anaranjados, otras moléculas, etc. Es lo que para mí, a nivel olfativo, representa el cosmos. Se trata de un trabajo de sinestesia total. También tendrá un packaging completamente diferente. VPC
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