Daniel Figuero es psicólogo de formación, pero ha hecho del mundo del perfume su profesión. Ha trabajado para grandes marcas del lujo como Tom Ford, Yves Saint Laurent o Calvin Klein y actualmente es International Fragrance Ambassador de Dior. Acaba de publicar “Contraperfume”, un ensayo sobre la perfumería de lujo, en el que habla, desde una perspectiva muy personal, acerca del sentido del olfato, el trabajo de las grandes marcas y sus viajes a India, Grasse, Sri Lanka, con François Demachy, el perfumista de la casa Dior.
El primer contacto con su libro impacta, desde el título, “Contraperfume” sobrevolado por un enorme moscardón, a la imagen de un limón enmohecido, ¿qué pretendía usted y la editorial Superflua con esta portada?
La sonoridad del título martilleaba en mi cabeza desde el primer momento, y cuando vi la portada también me impactó, a pesar de haber discutido varias ideas previamente. Superflua se caracteriza por un grafismo pop en todas sus cubiertas, obra de Pau Masaló, que entendió perfectamente ese ánimo de no esconder las contradicciones del sector.
¿Por qué debería leer su libro “Contraperfume”?
Uy, no existe ninguna obligación ni deber de leer este libro, faltaría más. Es un puro divertimento, quiero creer que ameno y desde luego muy personal. Si bien en un principio existía una voluntad pedagógica para quien desconozca este mundo, y que he mantenido en cuestiones básicas ─ como el funcionamiento del olfato o los procesos de extracción de aromas─, también he procurado que los más aventajados encuentren explicaciones originales y fuera de lo común.
¿Ha sentido la necesidad de renovar el vocabulario e imaginario habitual en perfumería?
Pretender semejante cambio de paradigma sería muy soberbio por mi parte, y tampoco creo que resultase muy adecuado frente a un público acostumbrado a unos códigos tan instaurados. Intento aportar un punto de vista diferente, muy poco transitado, simplemente para demostrar que es posible. Y casi diría que demostrármelo a mí mismo, después de 15 años manejando el lenguaje de los velos, las muselinas y los almizcles algodonosos.
¿Las grandes casas de perfumería son demasiado clásicas en sus términos?
Bueno, juegan a eso precisamente. Existe un enorme respeto, que desde luego comparto, por la historia y la tradición del perfume, así como una gran consideración por sus creadores, y es algo que los clientes también valoran, algo con lo que se sienten identificados. Para propuestas rupturistas, se puede bucear en marcas más recientes. Un mismo consumidor puede compatibilizar lo clásico con algo menos tradicional dependiendo de lo que le apetezca.
Según Superflua, uno de los logros de su libro es proveer a la perfumería de su máxima capacidad semántica. Las relaciones que establece, por ejemplo, entre las familias olfativas y el juego de rol Magic: The Gathering, ¿es un intento de acercar el mundo del perfume a las nuevas generaciones?
Bueno, ese juego lleva casi 30 años en el mercado, y tiene un público de diversas generaciones que ha ido creciendo con él. Por otro lado, la audiencia joven ya se siente intrigada por el perfume desde la adolescencia. En realidad, ese tipo de fantasía, heredera de El Señor de los Anillos o Juego de Tronos, no se ha trabajado en la perfumería de lujo (salvo alguna rara excepción de tapones con hadas encima o ciertas fragancias de los años 20) así que me pareció novedoso presentarlo así.
¿Cree que en nuestro país existe una cultura del perfume? ¿Estamos suficientemente formados?
Creo que existe una falta de curiosidad genuina por un mundo desconocido más allá del puro interés comercial. El perfume es comunicación y forma parte de nuestra cultura, queda mucho por profundizar, por dotarlo de un discurso emocional y legítimo. Se puede teorizar sobre el perfume como objeto artístico, proeza técnica, mensaje o representación cultural, pero queda mucho camino.
En su introducción dice: “Las tendencias cambian para que todo permanezca.” Me ha recordado al “cambiar todo para que nada cambie” de El Gatopardo, ¿es esa la idea?
La referencia me parece acertadísima, porque, aunque en la novela de origen tiene un trasfondo político, aquí podemos intercambiarlo por uno más económico: el sector cosmético mueve muchísimo capital. Por suerte, creo que en España no solemos ser tan cínicos.
¿Qué es lo que más ama del mundo del perfume?
Por un lado, que admite multitud de perspectivas desde las que trabajar. Las personas que me ha permitido conocer. Y, sobre todo, los viajes y momentos que me ha regalado, especialmente desde Dior.
¿Y lo más criticable? Que sabemos que también piensa que lo hay.
Todo es criticable, incluido el mismo Contraperfume… me movería entre el exceso de flankers o las palabras de marketing que se han convertido en clichés: perfume elegante, para una mujer empoderada, envolvente, y femenino. Esa descripción se adhiere a la gran mayoría de fragancias. Podemos ir un poquito más lejos, estoy convencido. El cliente lo agradecerá.
¿Y cómo distinguir el grano de la paja? Un buen perfume de una buena operación de marketing.
Hay perfumes maravillosos con buenas campañas detrás, no resulta incompatible. Lo más difícil de encontrar es una mala fragancia que funcione, por muy buena campaña de marketing que la apoye. El público es un soberano inmisericorde en este sentido.
Siendo como es un International Fragrance Ambassador de una Maison como Dior sorprende encontrar en su libro afirmaciones como “este sector elitista y devoto, tantas veces rodeado de dinero, soporta mal el abandono del discurso místico, sagrado, en la perfumería”. ¿No teme ganar enemigos?
No es ningún secreto que la perfumería selectiva no está pensada para el gran público, por su misma definición. Pero en todas las ocasiones en las que contacto con verdaderos amantes del perfume, agradecen un discurso accesible y más cercano, de divulgación, se puede decir. Lo afirmo en Contraperfume: no estamos salvando vidas ni luchando contra un virus. Deberíamos apearnos del pedestal con mayor frecuencia, al fin y al cabo, todos somos humanos.
En el libro también habla de sus viajes a India, Grasse, Sri Lanka, con François Demachy, el perfumista de la casa Dior, ¿qué es lo más notable que aprendió de ellos?
Miles de cosas. De hecho, mis cuadernos de viaje han sido la base para escribir este ensayo. Pero el simple hecho de compartir sala con semejante perfumista y 12 compañeros de todas las nacionalidades, para alguien que ha salido de un pueblo de Burgos, es un honor y una situación, a veces, difícil de creer.
¿Le damos todo el valor que merece al sentido del olfato?
Es un sentido bastante denostado, a pesar de que nuestra supervivencia depende de él: nos avisa de escapes de gas, fuego, comida quemada o en mal estado… la pandemia ha puesto la anosmia en primer lugar y quizá nos haga dotarle de mayor importancia en un futuro.
Usted también es Staff Trainer, ¿qué es lo que más le preguntan los equipos de venta cuando va a presentarles una nueva fragancia?
Que si conozco algún libro para aprender sobre perfumes ja ja ja Así que ahora tengo uno más para recomendar. Toda formación es poca, y nos gustaría llegar a muchos más equipos. Ahora tenemos una gran oportunidad con las formaciones virtuales, para mejorar el sector y elevar la cultura del perfume en nuestro país.