La amapola Kenzo (LVMH Iberia) cumple 15 años, y lo celebra volando, etérea y bella, en el corazón de Casa Decor, la exposición de decoración e interiorismo de referencia en España.
Kenzo ha creado un espectacular montaje en el que 2000 amapolas se elevan hacia el cielo en el patio central de la casa de la calle La Palma. Un lugar lleno de magia y luz natural cubierto por una claraboya de cristal y acero, y flanqueado por un bucólico puente de madera.
En esta edición, los visitantes de Casa Decor serán los afortunados espectadores del vuelo de la amapola, que ha abandonado el asfalto en busca de libertad. Las amapolas, liberadas de sus ataduras, se adueñan del aire en un ballet flotante para hacer florecer el cielo y convertirlo en un jardín prodigioso. La amapola, libre como el aire, se ha propuesto hacer del mundo un lugar más hermoso. Y lo ha logrado.
No es la primera vez que la amapola florece en la ciudad. En las capitales más importantes del mundo, Kenzo ha realizado instalaciones en las que campos gráficos, coloristas, han hecho olvidar el asfalto el tiempo que dura una flor. En mayo de 2001, los parisinos se sorprendieron al encontrar la plaza del Centro Pompidou repleta de amapolas. La Plaza Roja de Moscú, se puso más roja que nunca en 2003. Y también Londres, Milán, Singapur... En 2008, la amapola viajó a Madrid, y llenó de color y alegría la plaza del Reina Sofía. Pero esta flor extraordinaria necesitaba libertad. Tenía que poder ir a donde mejor le pareciese. Así es ella, libre ante todo. ¿Y si la amapola volase? ¿Y si floreciese el mundo entero? En Madrid ya ha despegado.
FlowerbyKenzo sale a la luz en el año 2000. Un sueño guía la creación de este perfume: cómo hacer que el mundo sea un lugar más bello. Quince años más tarde, el perfume de la amapola es un icono que expresa a la perfección los valores Kenzo, los de una flor rebelde, que crece donde no se la espera, pero no quiere saber nada de jarrones y macetas. Una flor llena de fortaleza pero delicada, a imagen de la mujer del siglo XXI. Una flor a la que la naturaleza decidió dejar sin olor, y a la que Kenzo regaló su perfume.