Tras el excepcional comportamiento de las ventas de gran consumo durante los meses de verano, septiembre ha traído consigo una disminución de la demanda y una estabilización de las ventas en valor, según la consultora IRI.
Pero las previsiones apuntan en España a un cierre de año con un incremento de las ventas en valor del 2,1%, y que se mantendrá en 2016, aunque en menor medida – teniendo en cuenta que partiremos de un año con crecimiento –, estimándose un incremento del 1,7% de las ventas el próximo año.
La recuperación económica aún parece lejos de consolidarse, cuando más del 90% de los compradores considera que la situación económica es mala o regular y sólo 1 de cada 3 considera que la situación económica mejorará en el próximo año, según el último estudio del comprador de IRI. Pero pese a esta percepción pesimista, los compradores están actuando de una forma claramente más positiva y el comportamiento del mercado de gran consumo está registrando buenos resultados desde enero, con un incremento de las ventas en valor del 2% y una evolución positiva del consumo, que crece un 1,5%.
Además, las categorías que están mostrando mejores resultados este año no son precisamente las categorías básicas, que sería lo esperado en un entorno de crisis, lo que hace pensar que el comprador, en la práctica, está actuando más positivamente. Un claro ejemplo es el buen rendimiento que están mostrando las categorías de platos cocinados y precocinados, en todas sus variedades – deshidratados, en conserva o frescos, y sopas y cremas ambiente y refrigeradas–, o tomate para untar y hummus, en lo que parece una apuesta del consumidor por los productos de conveniencia y las soluciones de fácil consumo. Otras categorías que mostraron una buena evolución fueron los helados, aguas, horchatas y nutrición deportiva, algunas de ellos favorecidas por su buen rendimiento durante los meses de verano.
Todas ellas han registrado un incremento de la demanda destacable, y favorecen los buenos resultados del año. Cabe recordar que cuando se inició la crisis vimos sus primeros indicios en un cambio hacia categorías más básicas de alimentación. Por esa razón, el incremento del consumo de categorías más de conveniencia nos hace también validar este nuevo cambio en el patrón de compra.
Aunque la previsión es alentadora, no hay que olvidar que el comprador sigue siendo la clave, y hay que fidelizarlo a través de estrategias que se centren en sus necesidades de control del gasto y que trabajen los vínculos emocionales con el comprador, con mensajes que refuercen sus valores y que consigan romper la barrera de la desconfianza.