Una vez conocidos los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del cuarto trimestre ya resulta posible realizar un balance del impacto de la crisis del COVID-19 en el mercado laboral en 2020, según esta fuente estadística. Y el balance, como cabía esperar, es muy negativo. En el conjunto del año se han perdido 622.600 empleos, lo que equivale a una caída de un 3,12%.
No es la mayor caída porcentual de la historia en un año, ya que los peores datos se midieron en 2009, con una caída del empleo de un 6,6%, pero en esta ocasión debe tenerse en cuenta la importancia cuantitativa del mecanismo de los ERTE, que a cierre de 2020 mantenían el empleo de 755 mil personas, contabilizadas como ocupados según la EPA y afiliados según la Seguridad Social.
La pérdida de empleo se ha concentrado en exclusiva en el sector privado, que ha visto descender la cifra de ocupados en 2020 en un total de 748.400 personas (además de ser donde se concentra la gran mayoría de los trabajadores en ERTE), mientras que el empleo público vivió un año de crecimiento, con 125.800 ocupados más, hasta alcanzar un record histórico de empleados públicos: 3.379.100 personas.
En cuanto al desempleo, la EPA refleja un aumento en 2020 de 527.900 parados, todavía no se ha recogido plenamente el efecto de la crisis, debido a que la normalización en el atípico aumento de los inactivos en el segundo trimestre no se ha completado todavía, lo que puede verse como un indicio en el hecho de que a cierre de año el número de parados medido por la EPA fuese casi 200.000 personas inferior a los registros de paro de las oficinas públicas de empleo al tiempo que la EPA refleje un aumento de 303 mil inactivos respecto a 2019.