La noche empieza con un gesto decidido: el pelo hacia atrás, los labios definidos y un maquillaje impecable que anticipa la celebración. Entre el brillo de las luces y el eco de la música, el ambiente se vuelve eléctrico. Las miradas se multiplican, los ritmos se aceleran y el mundo, poco a poco, parece bañarse en oro. Es el instante en el que la fiesta despierta y todo cobra vida.











