No es al animal a quien Olivier Polge dedica su nueva creación, sino a la visión que la Maison cultiva de él. Feroz y majestuoso, el animal tótem de Gabrielle Chanel es el símbolo de una fuerza que prefiere proteger en lugar de dominar y, por ende, el emblema de una elegancia absoluta.
Nutrido por las múltiples facetas del león en el universo de la Maison, Olivier Polge se ha esforzado en trasladar olfativamente esta radiante fuerza de carácter que encarna el felino en CHANEL. Esta apropiación del animal por parte de la Maison le inspiró la idea de dejar su propia huella en un arquetipo de poder: los perfumes orientales. Al dominar los códigos de esta familia olfativa, crea una estela con una refinada intensidad, contenida por un sello olfativo suave y cálido. Una composición sofisticada cuya fuerza aflora sin desbordarse nunca. Un león que no necesita rugir para imponerse. Un oriental decididamente elegante.
Un aura solar entre fuerza y suavidad
Por supuesto, algunos cítricos deslumbrantes (limón, bergamota) aportan las notas de salida indispensables que favorecen los primeros momentos de un gran perfume. Pero solo se requieren unos segundos para que la esencia con destellos dorados despliegue toda la calidez de su huella oriental. Un acorde ambarino controlado por el savoir- faire del perfumista y facetado como los mil y un rostros del león en el universo CHANEL. En su corazón, el Cistus Labdanum, una resina vibrante con notas animales se domina gracias a una esencia trabajada a medida. Despojado de su aspereza, concentra efectos ambarinos y aterciopelados que tienden progresivamente al cuero. Junto a él, una infusión de vainilla de Madagascar magnifica, ingrediente por excelencia de los orientales. En un paso a dos suave y envolvente, el Cistus Labdanum y la vainilla se entrelazan, se complementan y, a continuación, se funden en una estela profunda que se alarga duraderamente sobre la piel. El sándalo, sensual y cremoso, templa un pachuli bruto con unas notas vegetales leonadas. Dotado con esta contención que es la prerrogativa del verdadero poder, este oriental desprende una elegancia segura de sí misma y afirmada. Un juego olfativo majestuoso y solar.