No hay nada como el sonido de la velocidad, una vuelta a la pista ataviado de color verde británico. Acelero a fondo, rozando los 130, el sonido de la velocidad es fuerte y sucio. No hay nada como el deseo de vencer, bajo las ondeantes banderas a cuadros. Los vítores de la multitud al pisar el acelerador, coronados con botellas de champán. No hay nada como un día de carreras, el cabello alborotado, la alegría en el rostro. La belleza de estas máquinas galopantes, la viva imagen de la elegancia de color verde británico. De todo ello va la nueva fragancia de Penhaligon's: Sports Car Club.