Por Estefanía Ferrer, fundadora y CEO de LICO
En los últimos meses, han comenzado a surgir voces que ponen en duda la eficacia de la cosmética solo natural, comparándola con otra procedente de laboratorio.
Quizá se avecine un histórico cisma cosmético, pero lo que sí hay que hacer entender a la consumidora es que guiarse únicamente por el porcentaje de ingredientes naturales a la hora de comprar una crema es un gran error y hay muchos otros aspectos para tener en cuenta.
Como ingeniera química, cuando di el paso al mundo de la belleza sabía que fusionar la ingeniería cosmética con ingredientes naturales de primera calidad era la clave para que un producto cosmético fuera 100% efectivo.
En esta época en la que la naturalidad de un producto se impone sobre todo lo demás, creo que es importante conocer bien sus límites y enseñar a la consumidora, en especial a la de las nuevas generaciones, que el término ‘natural’ no es garantía de nada, y menos aún de eficacia. Hay una serie de argumentos que lo dejan muy claro.
El primer error es decir ‘cosmética 100% natural’. Eso no existe y la ley deja muy claro el por qué. Cualquier producto cosmético con base agua que se lance al mercado debe cumplir obligatoriamente con la normativa europea CE No 1223/2009, que regula, entre otros aspectos, la cantidad máxima de bacterias que pueden proliferar en el interior de un producto. Y a día de hoy, no existen conservantes y estabilizantes en el mercado que sean capaces de asegurar esas condiciones sin la incorporación de químicos.
Se ha comprobado además que la cosmética natural no sirve para solucionar las grandes problemáticas cutáneas. El uso de extractos naturales, aceites y mantecas está muy bien, pero la realidad es que estos ingredientes, aunque ofrecen excelentes propiedades naturales y mejoran la hidratación y jugosidad de tu piel, no llegan al nivel de mejorar las arrugas, el acné, la psoriasis, las manchas u ojeras... Por eso digo que la cosmética compuesta solo por elementos naturales, no es realmente efectiva.
La cosmética necesita ‘laboratorio’ e ingeniería para ser eficaz. No podemos menospreciar de repente las décadas y todos los millones de euros invertidos en investigación para el cuidado de la piel. Los avances en activos cosméticos, y las técnicas de ingeniería cosmética de los últimos años, han sido espectaculares. Y sin duda, los productos de las marcas ‘de laboratorio’ que han apostado por la innovación y el desarrollo, ofrecen los mejores resultados.
También hay que cambiar la concepción errónea que se tiene de que todo lo que sea natural es inocuo. En ocasiones, los ingredientes naturales que encontramos en la etiqueta de algunos cosméticos naturales pueden ser perjudiciales si la concentración introducida en la fórmula no es la adecuada ni la aprobada por la normativa europea. Se puede hablar incluso de la aparición de efectos secundarios en la piel que pueden ir desde las irritaciones cutáneas hasta la toxicidad.
Otro factor para tener muy en cuenta es la seguridad de los productos. Hay que ser honestos y recordar, por ejemplo, que cualquier producto que contenga agua no puede ser 100% natural, porque necesita también ser seguro. Y para alcanzar los niveles de seguridad óptimos, requiere conservantes, emulsionantes y disolventes. En caso contrario, no pasaría los controles microbiológicos de calidad que son necesarios para poner un cosmético en el mercado.
Por último, hay que rendirse a la evidencia y saber que todos los estudios científicos realizados hasta la fecha sobre resultados a base de materia prima natural muestran resultados menos eficientes que si se combinan con ingeniería y química.
Para resumir, creo que se puede disfrutar de una cosmética de muy alta calidad, sin renunciar a los resultados. Para ello hay que utilizar las técnicas más innovadoras de ingeniería cosmética, completamente seguras, y muy efectivas, y combinarlas con los ingredientes naturales de mayor calidad del planeta.
Un equilibrio optimo entre ingeniería y naturaleza es posible, y el objetivo debe ser el de ofrecer resultados, resolviendo de manera efectiva los problemas de la piel, de una manera respetuosa con ella y con el planeta.