Elena del Valle Baranda, Autora del libro La Vendedora de Perfumes, Formadora de perfumería
Los medios de comunicación se hicieron eco de una curiosa noticia: hasta la orilla de una playa de La Palma había llegado un cachalote muerto que escondía en su interior un tesoro insólito: una piedra de ámbar gris de más de kilo y medio de peso cuyo valor podría superar el medio millón de euros. Vayamos juntos más allá de esta información.
Ante el descubrimiento de la enorme piedra de ámbar que se escondía en el interior del cachalote muerte se comenzó a especular sobre el destino que debería tener dicha piedra.
En la retina de todos nosotros, permanecen aún las imágenes de la reciente erupción volcánica de la isla. Familias enteras obligadas por la fuerza de la naturaleza a abandonar sus casas y formas de vida; obligados a escoger, en cuestión de horas, los enseres y recuerdos más valiosos; obligados a decidir qué seguiría formando parte de sus vidas y qué desaparecería para siempre bajo las cenizas de ese volcán que todavía no tenía nombre.
Así que nos ha resultado fácil hacer asociaciones y tratar de proyectar lo que todos deseábamos de todo corazón: que la naturaleza compensase el daño causado.
Y como fieles seguidores de los finales felices en los cuentos infantiles, redes sociales y medios sensacionalistas empezaron a promover un posible “reparto justo” del valor de dicho ámbar gris.
Ante el desconocimiento generalizado en dicha sustancia, los periodistas comenzaron a bombardearnos con preguntas sobre el origen, valor y usos en perfumería; sobre todo, para entender porqué tanto revuelo y porqué ese ingrediente tenía un precio tan elevado. Y así fue como, gracias a este afortunado o desafortunado suceso (como veremos más adelante), los perfumistas pasamos del ostracismo más absoluto en la historia reciente, a ocupar portadas de diarios, posts en redes sociales, programas sensacionalistas y hasta en los telediarios en prime time.
Pero, ¿qué es el ámbar gris?
El ámbar gris es una sustancia utilizada en perfumería para aportar estructura y fijación a las fragancias. Es un fijador natural que aporta toques cálidos, envolventes y ligeramente avainillados - amaderados. Procede del aparato digestivo de los cachalotes de la especie Physeter Macrocephalus (no está presente en cualquier tipo de ballena o cachalote, solo en los de esta variedad) y solo lo desarrollan un número reducido de ellos (de 1 a 5 ejemplares de cada 100).
Biológicamente es una sustancia viscosa que ayuda a proteger el tracto digestivo del animal de posibles heridas ante la erosión producida por las espinas o partes ariscas de pescados, calamares o crustáceos que suelen tragar sin masticar facilitando su expulsión y evitando que se queden atorados en el interior. Esa sustancia viscosa segregada por su vesícula envuelve las partículas punzantes para que se deslicen con facilidad por los intestinos hasta expulsarse normalmente por vía fecal.
Cuando se expulsa, el ámbar gris tiende a solidificarse formando una especie de “piedra flotante” que queda en la superficie del océano durante años expuesta al sol y a la sal. Esta exposición prolongada a la salinidad y a los rayos del sol favorece su maduración desarrollando una molécula llamada “ambreína” que es la auténticamente valiosa para los perfumistas.
Existen diferentes calidades de ámbar gris en función del tiempo de maduración y, por tanto, de la concentración de ambreína que haya desarrollado.
Las más asequibles son las de color oscuro, negruzco o marrón: son las de reciente expulsión. Su olor recuerda a la sangre, a vísceras, a óxido y/o ligeramente a pescado. Tiene un carácter animal e incluso algo fecal.
Las más valiosas son las de color gris con pequeños reflejos dorados: matices que nos indican que ha pasado meses, incluso años, mecida por las olas. Su olor es delicado, sutil, cálido, avainillado.
Como no se puede prever cuándo se va a poder disponer de esta materia prima (entra en juego el factor suerte o casualidad), su precio es elevadísimo. Un gramo, para que se hagan una idea, del tamaño de un garbanzo, tiene un valor aproximado de 200 a 300€ según calidades.
A todos los aprendices de perfumería se nos pasa por la mente, en algún momento, preguntarnos a quién se le ocurriría poner “una caquita” o “una piedra vesicular” de ballena en un perfume. Pues alguien lo hizo. Y el resultado fue maravilloso.
Se usa en perfumería desde el siglo IX
Tenemos constancia escrita del uso del ámbar gris en perfumería a partir del siglo IX.
La documentación hallada en España es más abundante en Andalucía gracias a las aportaciones del mundo islámico y su riqueza olfativa.
Por ejemplo, sabemos que, durante el esplendor del Califato de Córdoba, se hizo traer desde Damasco ámbar gris de ballena que se trituró hasta convertirlo en polvo para mezclarlo con el adobe con el que artesanos iban a realizar los estucos exteriores de la puerta oeste de la mezquita que está orientada hacia la Meca. De esta forma, cuando los rayos de la puesta de sol calentasen los dinteles de la puerta, el ámbar gris liberaría sus moléculas olfativas desprendiendo un aroma divino que recordaría a los fieles la presencia celestial y el símbolo de la puerta como lugar de acceso al paraíso.
También el califa portaba al cuello un camafeo que pasaba de padres a hijos y que encerraba en su interior unas pequeñas piedras de ámbar gris que agitaban, principalmente, cuando entraban en el harén para garantizar su descendencia y cumplir así su divina misión. No hay que olvidar que además de su maravilloso aroma, al ámbar gris se le atribuyen propiedades afrodisiacas.
Es uno de los contados ingredientes de origen animal, junto a la miel o la cera de abejas, que podemos seguir utilizando en perfumería comercial, ya que no implica dolor o sufrimiento. Es un ingrediente “cruelty free”.
Miedo me da leer noticias sensacionalistas como esta aparición del cachalote varado en La Palma. No vaya a haber algún salvaje codicioso por ahí que, con su afán de riqueza, y profunda ignorancia, se lance a matar de forma indiscriminada ballenas y cachalotes como ocurrió hace unos años en costas del Caribe y de Filipinas.
Por eso debemos tener cuidado con los sensacionalismos y el afán de generar noticias “edulcoradas” o “incompletas”: el ámbar gris encontrado en el interior del cachalote de La Palma no es tan valioso. No cuenta con el grado de maduración necesario para ser utilizado en perfumería al no haber sido expulsado de forma natural ni haber estado expuesto al sol y a la sal.
Así que lo que muchos creían un acto de justicia divina, no deja de ser lo que es en realidad: un desafortunado desenlace para una especie vulnerable en peligro de extinción.
Sigamos deseando que el gordo de la lotería toque a los damnificados por las erupciones del volcán de La Palma y colaborando en todo lo que podamos para seguir dando visibilidad y soluciones a las necesidades que todavía hoy tienen los afectados, pero dejemos que la naturaleza siga su camino sin buscar boutades o falsas ensoñaciones en las orillas.
Mientras tanto, podemos seguir perfumándonos con ambroxán (molécula de síntesis que recuerda al ámbar y que se obtiene en laboratorio cuando el natural falta), fomentando la compra de cosechas locales como las papayas o los plátanos de Canarias; tratando de programar unas vacaciones en “La Isla Bonita” y admirando desde un velero la belleza de ballenas y delfines en estado natural en sus rutas por el Atlántico.
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