Daniel Figuero International Retail Education Fragrance Project Manager de DIOR. Autor del libro “Contraperfume”.
En “Radio”, Lana del rey canta “Now my life is sweet like cinnamon” (ahora mi vida es dulce como la canela) pero medio siglo antes, la peruana Chabuca Granda escribía “Airosa caminaba la flor de la canela/Derramaba lisura y a su paso dejaba/Aromas de mistura que en el pecho llevaba”.
Podemos describir (o cantar) con cierta facilidad los estímulos gustativos, pero para los olfativas hemos de tomar prestado el lenguaje de otros sentidos… o de otras expresiones artísticas.
¿Qué nos ha dado la música a los amantes del perfume, más allá de canciones con aroma a canela? Por ejemplo, el órgano de perfumista clasifica las materias primas dispuestas en un semicírculo como un teclado. Un acorde olfativo mezcla diferentes notas que concuerdan entre sí para conformar el núcleo de una fragancia. Un ambiente, musical u olfativo, se utiliza con fines comerciales para inundar un espacio de manera sutil, mejorando la experiencia del visitante. A medida que un perfume se desarrolla en nuestra piel, vamos descubriendo las notas olfativas. Algunas más estridentes que otras, que convierten a la composición en una fragancia con volumen.
La música nos ayuda a describir un territorio quizá igual de abstracto pero menos familiar: el olfativo. Hablamos de la armonía en las composiciones debido al uso de las notas, tanto en música como en perfumería. Y no es el único terreno creativo que nos presta su vocabulario. Encontramos la paleta, el color y los matices de la pintura, la pirámide de la arquitectura, lo jugoso de la gastronomía… sin embargo, las metáforas musicales son las más frecuentes y tal vez las más acertadas. Las fórmulas terminan siendo como una partitura libre de interpretación por cada perfumista.
Música y fragancia evolucionan en el tiempo y en el espacio. Ambas eluden el sentido al que mayor importancia otorgamos, la vista, activando otros canales perceptivos. El uso de metáforas musicales nos permite no solo describir una fragancia de manera accesible para el cliente, también establecer el perfume como una práctica artística que merece cuidado y tiempo. Es cierto que las analogías musicales, por si mismas, no son capaces de imitar la compleja experiencia que supone sentir un perfume, pero sí pueden ayudar a completarla. Como el perfume, la música es un objeto inmaterial que se evapora, dejándonos un recuerdo y sosteniendo emociones que escapan al lenguaje. Cómo una canción, una fragancia puede conducirnos a una persona, un lugar o un momento con una vivacidad tal que puede borrar los años pasados de un plumazo.